Mucha de nuestra comunicación se expresa a través del cuerpo. El cuerpo es, al mismo tiempo, geografía emocional, memoria y lenguaje. De manera que, en sus repliegues se encuentra escrita la historia personal y familiar de cada uno de nosotros, los conflictos que nos angustian, los traumas olvidados, las relaciones que ya no recordamos, los patrones de respuesta que se han vuelto hábitos, los personajes ancestrales, los deseos no realizados… Todo está escrito en el campo del cuerpo y el cuerpo narra lo que nuestra memoria olvida y nuestra conciencia calla. Esto implica que comprender el lenguaje del cuerpo, el lenguaje de sus síntomas, de sus órganos y sistemas nos permite descubrir aquello que no resulta evidente y que parece desconocido.
El cuerpo expresa simbólicamente lo que mora en nuestra sombra, nos cuenta los mitos sobre nuestros ancestros, revela secretos… Pero no se puede leer como un código lineal, sino que requiere ser interpretado como lenguaje. Un lenguaje cuya gramática es la gramática del alma.
El cuerpo es vínculo, no solo porque él guarda el recuerdo de todos nuestros encuentros y desencuentros, amores y desamores sino porque las relaciones, personales y ancestrales, lo han cincelado.
El cuerpo es el mapa de nuestros afectos. Todo su territorio es el escenario donde resuenan nuestros sentires. Y los afectos que no se expresan se vuelven afecciones. No tenemos un cuerpo, somos nuestro cuerpo.
Hay que tener presente que la verdad está en el cuerpo. Que el cuerpo sabe y solo espera que aprendamos a descubrir lo que él sabe. Un saber que siempre nos comparte, aunque lo ignoremos.
Hay que tener presente que el cuerpo habla, en su arquitectura y su dinámica, y grita en sus padeceres. En suma, que el cuerpo da voz a lo que no tiene voz en nuestra vida.
Hay que tener presente, que el cuerpo da palabra no solo a nuestra sombra sino a la de nuestros ancestros. Qué es el eje y sostén de nuestra existencia y en dónde convergen y toman visibilidad las memorias ancestrales.
Objetivo. Crear un espacio de formación sobre la lectura emocional del cuerpo en donde converjan los conocimientos que brindan las constelaciones vinculares, constelaciones familiares, la fonología corporal y la visión chamánica del proceso sanador, así mismo como los aportes de las neurociencias.
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