Una vida sin poder conectar o mostrar felicidad, ilusión, entusiasmo, espontaneidad, interés en actividades, como sexo, convivencia con amigos, actividades recreativas, ejercicio, comer algo delicioso… si es posible y también es posible NO notar que vivimos de forma automática sin sentir estos estímulos que generan placer.
¿Te has sentido alguna vez emocionalmente pleno, sin poder mostrar sentimientos? O ¿Notas que los pensamientos o sensaciones negativas son mucho más agudos que las positivas? El trauma y una serie de experiencias adversas que vivimos en la infancia pueden afectar en nuestra capacidad de disfrute.
Tal vez en tu infancia habían muchos deberes de la casa que tenías que realizar, o lo importante era portarse bien y convertirse en “la buena chica o buen chico” de papá y mamá, olvidando la importancia de jugar; puede ser que tus figuras cuidadoras eran incapaces de disfrutar; o en caso de que tus padres estuvieran dedicados al trabajo con imposibilidad de relajarse también puede generarte culpa al disfrutar.
Existen cuatro trampas que podemos desarrollar y que no nos permiten conectar con el placer; la vida percibida y experimentada desde un punto de vista negativo, un alto grado de exigencia hacia uno mismo, la creencia de no destacar o llamar la atención y la falta de compasión por errores cometidos.
¿Reconoces alguna de estas trampas? Acompáñame en este taller a reconocer en qué momento te desconectaste de la posibilidad de sentir placer.
Te esperamos!
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