Diciembre es un mes que nos trae un sentido de fiesta y celebración -tanto desde la navidad como desde el Año Nuevo-; y, por esto, al mismo tiempo también nos despierta melancolías y nostalgias vinculadas a la historia de nuestros afectos.
Existen sistemas familiares que han dado poca importancia al gozo, ya sea porque han estado centrados en la sobrevivencia o porque, en algún momento, la conexión con el regocijo representó extremos o tragedias. Por esto, es necesario mirar cuáles han sido nuestras historias transgeneracionales detrás de lo que nos impide conectar con el disfrute.
Desde el punto de vista arquetípico, vamos a trabajar con Dionisio, el dios del éxtasis, los placeres, el vino y los excesos que compensan nociones como “la vida es un valle de lágrimas”, “todo es trabajo” o “nacimos para sufrir”, todas opuestas al gozo de vida.
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